Acaba de publicarse la Sentencia del tan mediático -por obra y gracias de ciertos lobbies y demás, de cuyo nombre no quiero acordarme- caso de la madre que sustrajo los hijos al padre. La madre ha sido condenada a 5 años de prisión, y a 6 sin sus hijos.

Como Abogado de Familia, y defendiendo, numericamente, mas menos, a hombres y a mujeres, a padres y a madres, por igual, e indistintamente, leo con alivio, con satisfacción, que sigue habiendo Fiscales y Jueces valientes, contundentes, que no se dejan pisar por el rodillo de toda esa maquinaria mediática. Mucho ruido, pero pocas nueces. Mi enhorabuena.

Nadie debe impedir, SIN JUSTA CAUSA, que un padre, como una madre, disfrute de sus hijos. Los hijos nacen de padre y madre, y son de padre y madre. Basta ya de esa liturgia impuesta del «nosotras parimos, nosotras decidimos«. El hijo NO es de las madres. Es de la madre y del padre.

Celebro, por tanto, la Sentencia. Y no, no temo al lobby del odio, de la víscera y la flema, porque con Sentencias así, algún día se hará efectiva la Justicia en su concepción más divina: tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales.

La Justicia, señora, no es la de Charles Bronson, ni a pies juntillas la derivada de sus ¿asesoras?. La Justicia es, por encima de todo y de todos, dar a cada uno lo que se merece.